lunes, 20 de febrero de 2012

El enigma de los egregores


Aquí les presento un tema bien misterioso e importante, El enigma de los egregores del gran mago y ocultista Eliphas Levi .




EL ENIGMA DE LOS EGREGORES


Eliphas Levi


I


¡Los Egregores! palabra misteriosa y terrible, cuya explicación podría volver loco. ¿Qué son pues los Egregores?


 Los Egregores son Dioses. Ego Dixii dii estis et sicut homines moriemini. Deus stetit in Synagoga deorum et in medio deos dijudicat.


 Los Egregores son espíritus motores y creadores de formas. Nacen del respiro de Dios. Dios duerme en la naturaleza y el mundo es su sueño. Durmiendo aspira y respiro. Su soplo crea los Egregores, y existen los Egregores del aspiro y del respiro. Esas poderosas espirales se hallan en la lucha, y su lucha fatal es eterna, porque son los espíritus de los Eloims. Su amor es una guerra y su guerra produce el Amor. Es de esta tradición Kabbalística que han venido las fábulas de los Titanes, los gigantes del Génesis y los batallas de los Demonios y de los Ángeles. Los demonios son para siempre alejados porque son los Egregores del respiro. Le ha sido dicho a Schitan su jefe: solve, y a Schicad, jefe de los Egregores del aspiro: coagula. He aquí lo que los Kabbalistas dicen también: lo infinitamente pequeño no sabría ver lo infinitamente grande y el mismo escapa a la vista. Para los Insectos que pisoteamos sin apercibirlos, somos Dioses ciegos y pesados, y para otras Dioses, infinitamente grandes en relación a nosotros, somos insectos invisibles. Los Egregores, batiéndose, aplastan pueblos como a hormigueros y ni siquiera saben que sufrimos o morimos. ¡Terrible hipótesis!


 II


Los gigantes del Génesis, los Titanes de la fábula, los ángeles de Henoc son los Egregores enemigos de los Dioses, porque los Dioses son las ficciones de los hombres. Parrus ha escrito una farsa obsceno que ha intitulado la Guerra de los Dioses; no creía en ello tocar uno de los supremos arcanos de la magia. La guerra de los Dioses es eterna, pero nunca los Ángeles han luchado contra Dios. El combate de Eros y de Anteros representa la guerra de los Dioses.


Las dos serpientes de Hermes se amenazan siempre, pero una mano escondida en el mago sostiene y dirige el caduceo.


 III


Bereschith bara Eloim ath aschamaim ath Haaris. Por su virtud principiante (por la cabeza), los Dioses, ha creado el cielo y la tierra.


 Eloim dice. He aquí Adam convertido en igual a "uno de nosotros” conociendo el bien y el mal, impidamos que tienda lo mano para tocar el árbol de la vida y que viva eternamente. (¡¡¡Los comentadores pretenden que aquí Dios bromea!!! ¡Eloim se arrepiente de haber hecho el hombre!


Este Eloim no es ciertamente el Dios inmutable y perfecto en su sabiduría. Los teólogos aseguran que todo habla sido creado para bien y que sólo el pecado de Adam ha introducido el mal y el desorden en el mundo.


 El pecado en ese caso habría hecha una nueva criatura.


 Ciertamente que el león no está hecho para comer hierba y nos preguntamos si la araña está organizada para otra cosa que para hacer la tela y devorar las moscas.


 La ley de la naturaleza no es solamente una ley de Amor, si una ley de guerra, de destrucción y de absorción mutua. ¿No vuelto Dios a hacer una naturaleza mala? ¿La ha podido hacer el hombre? ¿Ha sido el diablo quien la ha hecho? ¡Oh, no! los espero aquí. ¿Sería el diablo creador Es un Dios mientras quasi unus ex nobis.


 Se dice que Dios ha creado todas las cosas. Nemo dat quod non habet, at qui Deus non habet forman, ergo forman dote non potest. Spiritus beati farman sponte sua acquirunt, et necessario quia limitati sunt: porro forma est rationalis determinatio limitis. Sol¡ ergo spritus creati forman dote pasunt quod est creare. Substancia oe terna est et non creatur, nisi oe terna nolitione Dei. Omne quod creatur sub ratione alicujus forme destrui necesse est quia omnis forma definita necessario finitur. 


IV


Jesús ha dicho: el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado, y nada hay en mi que lo pertenezca. ¿Ha cambiado el espíritu de¡ mundo desde Jesucristo y el príncipe que lo gobierna no es acaso siempre el mismo? Jesús había enviado a los apóstoles igual que a corderos en media de las lobos. Primero los lobos se los han comido a ellos, pero tus sucesores se han hecho lobos, y han reinado en este mundo. ¿Qué significa ese gemido de las Islas lejanas cuando Tamy, enderezándose sobre la proa de su barco, gritó que el gran Pan estaba muerto?


¿Cuál es ese misterioso Egregor que está enlazado con el Caucase y que debe algún día destronar a Júpiter cuando Hércules haya roto de nuevo su cadena? ¿Por qué el gran crucificado no es un blasfemador cuando se nombra a sí misma el Bendido‑Eloim, el que aparece radiante sobre el Thabor entre los Egregores de Moisés y de Elías? ¿No ha dicho 61 mismo: "Mi padre es más grande que ya"? ¿No ha dicha acaso: "Voy hacia mi padre, hacia vuestro Dios y mi Dios? Ego dixi: diiestis et filii excelsi, omnes et sicut homines morlemini, ¿Es que el hombre no es realmente criatura? Crea libremente por la ciencia y fatalmente por la vida. Su carne pulula de mundos invisibles; es el Jeho­vah ciega y sordo de una infinidad de animálculos que no lo conocen y a quie­nes no conoce. Los reveladores religiosos, diciéndonos de gritar hacia Dios, de unir sin cesar nuestras voces y de forzar (hacer violencia) al Cielo, ¿no parecen acaso suponer que debemos revelarnos nosotros mismos ti nuestro Egregor para que se dé cuento de nuestra existencia y que se apiade de nosotros? El mundo, providencial en su conjunto, es fatal en sus detalles; ¡el arquitecto es sublime pero los albañiles! 


V


¿A quién piden las hormigas justicia cuando el pie de un patán las aplasta? No se dirigen a nadie. Trabajan activamente para reedicar sus almacenes; luchan con inteligencia contra la ciego fatalidad.


Cuando una pulga nos muerde, no hacemos corno el tonto de la fábula de La Fontaine; no llamarnos a los Dioses para que nos ayuden, aplastamos al insecto sin cólera, pero también sin piedad. Me parece que el señor Tartufe tendría razón, si lo hiciera sinceramente, al reprocharse


"De haber tomado una pulga o] hacer sus oraciones, Y de haberla matado con demasiado cólera".


El señor Tartufe colérico contra una pulga se asemeja a Dios colérico contra el hombre, y la cólera del señor Tartufe lo pone al nivel de la pulga. La pulga puede ser un animal más radicalmente malo que el gusano de seda. Pero esta última nos perjudica, mientras que el otro nos es útil. Todos los seres son inocentes; pero la guerra es la ley de¡ mundo. El que hizo las cosas así es que sin duda no pudo hacerlos mejor; pero infinitamente probable que es muy diferente en otros universos. "No nos tiente y líbrenos del mal". Sería a Dios o al Diablo a quien este buen Jesús decía esto? Podríamos fácilmente equivocamos, por ello los sacerdotes han hecho un diablo con el buen Dios de Jesús. Tápense una oreja, y en la otra les voy a lanzar bajito y corriendo la palabra secreta de los grandes iniciados:


Osiris es un Dios negro.


Toda la divinidad de Jesucristo está en su sacrificio. Su sacrificio quedará, y sus ideas de hombre pasarán. Aquellos que lo mataron sabían lo que hacían, y quizás él no sabía lo que decía. 


VI


Evidentemente se manifiesta en el orden y la armonía del universo una inteligencia superior a la del hombre; ¿pero es necesariamente la inteligencia suprema? El orden y la armonía del universo están limitados por el mal; nosotros mismos podríamos imaginar algo mejor. ¿Qué es, por otra parte, el universo visible para nosotros? Los infusorios tienen también sus universos que nosotros no sospechamos. Las hormigas y las abejas tienen una civilización natural muy superior a la nuestra. No les parece oír decir a una hormiga que por encima de ella sólo puede haber un ser ¡limitado y todopoderoso; que ese ser ha debido transformarse en hormiga en la necesidad en que se encontraba de revelarse al hormiguero cuyas adoraciones lo eran necesarias y que en el cielo, por encima de los briznas más altas de la hierba, una hormiga resucitada está sentada a la derecho de Dios. 


Se habla de la cadena de los seres; ¿pero esta cadena es acaso circular o bien tiene dos extremos? Los dos extremos están en las manos de Dios, dirá un poeta. ¿Pero como puede tocarlos? Entre lo inconmensurable para nosotros y lo infinito absoluto siempre hay el mismo abismo. Entonces, ¿de qué sirve una cadena? ¿Por qué se ponen proporciones en la que está fatalmente roto por los dos lados? Si la cadena no está, no puede y no debe ser rota, si sube de la infinitamente pequeño a la infinitamente grande, y si la analogía, apoyada sobre las proporciones de las ciencias exactos, es nuestra guía cierta en el azar de las hipótesis, existen Egregores, existe en Dios una tripersonalidad ascendente (el hijo ascensión) descendiente (el padre) y el intermediario (el Espíritu Santo), y todo ello se vuelve o encontrar (reunir) en el hijo encarnada, jefe y tipo de la humanidad, que ha descendido, que ha ascendido y que queda siendo nuestra mediador. 


VII


No podemos en absoluto decir nada de Dios, si no que es. Todo lo que el Schernomphorasch nos enseña sobre el ser divino se aplica al microprosopo, es decir, al Espíritu universal, Principia del Ser de los seres, espirador de los Espíritus, Dios no es ni el ser, ni un ser, ni un espíritu. Principia de los números, no está sometido el número y no es por consiguiente ni uno ni varios; en tanto que es Dios no es nadie (o ninguno): las tres personas del ternario infinito están en él como todo está en el él. Tampoco las tres personas son tres Dioses, son indivisiblemente el mismo Dios.


La palabra Egregor se compone de dos palabras latinas, Egregius y gregorius; significa una excelente sobreeminente y colectiva. Los Egregores, de acuerdo con el sentido mismo de su nombre, serían los compuestos de diversas potencias reunidas. De ahí las figuras híbridas que Egipto daba a sus Dioses y que el catolicismo ha reservad* para los demonios cuando el Cristo hubo condenado al jefe de los Egregores de la tierra. 


El Cristo ha traído esta sentencia como gran pontífice y debe venir para hacer que se ejecute como Rey en su segundo advenimiento. Si el Mesianismo no se realiza, el cristianismo no habrá sido más que una dolorosa decepción y una laboriosa mentira.


Prometheo no es un Egregor. Es el hombre alegórico. Represento al genio de la ciencia y de la libertad. Es el mártir de los Egregores de los cuales niega la divinidad personal. Júpiter usa su rayo para herirlo y debe ser destronado por él. La razón humana, emancipado par el trabajo y el dolor, protesta contra el arbitrario fatal de los Dioses y se inmortaliza por la fe y la razón providencial. El acto de te que ¡onza un puente sobre el abismo es éste: Creo en la eterna razón. 


VIII


No existe una mosca, un arador, un infusorio que no tenga su razón de ser y su destino en la tierra. Que aspersiones de cloruro exterminen no obstante miríadas de estos insectos, este detalle está previsto por la potencia creadora (o el poder creador), es un movimiento a la izquierda en vez de un movimiento a la derecha, y la balanza para ellos no es por ello menos equilibrada. La muerte no es el fin de la vida; es un cambio de modo, la continuación de la inmortalidad para los insectos como para los hombres. 


La lucha entre Egregores no puede cesar más que por la absolución Dos Dioses perfectamente de acuerdo no son más que un solo Dios. Hay necesariamente un orden jerárquico entre los Egregores como entre los mundos. Todo universo tiene su sol, todo sol tiene su ángel que es el genio creador de su universo; pero hay soles de soles, grupos del universo y grupos de grupos; los metatronos son los Egregores, no de la tierra, pero de la humanidad terrestre. Son los príncipes de las apariencias más bien que formas. Actúan sobre lea creencias y rigen el importa de las visiones lúcidas; son los inspiradores de los profetas y reinan sobre los voluntades por las imaginaciones. 


Los Egregores de la tierra son los genios del mar y de las montañas; para los antiguos eran Dioses, para la Kabbala son ángeles, para los cristianos son los demonios: son espíritus mortales ignorantes y salvajes, porque la tierra es un mundo de los más imperfectos. ¿Podrá volverse alguna vez perfecto? Todo este es relativo. El último peldaño de una escalera puede encontrarse un día en el lugar donde está ahora el primero; pero el primero será elevado otro tanto, y la diferencia siempre será la misma. 


IX


Todos sois hermanos y no tenéis sino un padre que es Dios. "Padre perdónalos porque no saben lo que hacen". Todo la divinidad del Cristo se hace manifiesta en estas dos palabras, aunque en la segundo se delate su ignorante humanidad. ¿Acaso no ve, el sublime abogado, que es más grande que el dios que él invoca? Si no saben lo que hacen, tendrían que ser ellos quienes deberían perdonar a su padre. Si se lo dice al padre de un ciego: perdónale porque no puede ver, ¿no daríamos la impresión de suponer que ese padre es el más cruel y el más injusto de los padres? Por ello Jesús sobre la cruz, como Prometheo sobre el Caucasse, se siente abandonado de su dios, inferior a él (en desventaja). Ya no le llama padre y le grita con sollozos y una suprema desesperación: "Dios, Dios (se lo ha agregado al texto haciéndolo decir mi Dios), por qué me has abandonado? Prometheo no tiene nada que esperar de Júpiter, y Jesús está condenado por Jehová, porque Prometheo mártir es más grande que Júpiter, y porque Jesús al morir se hace dios en el lugar de Jehová. Júpiter y Jehová ya no son más que Egregores que combaten, mientras que un hombre, un ajusticiado, los juzga y condena a los dos.


Un nombre nuevo más grande que Schema Hamphorasch ha sido inaugurado por el mundo; ese nombre es “Caridad"; he aquí cómo el hombre‑dios del calvario, más grande de lo que él mismo creía ser, no sabía lo que decía. 


¿Debe la hormiga hacerlo un culto al hombre, y podría éste sentirse honrado por el homenaje de la hormiga? ¿Debe el infusorio soñar con el elefante al cual no conoce ni puede adivinar? Evidentemente no; es así como el hombre no debe nada a los Egregores y se humilla ridículamente adorando o los dioses; el único culto que debe al gran desconocido, fuente de verdad y de justicia, es la justicia y la verdad. El reino de Dios no tiene manifestación fuera de nosotros mismos, está dentro de nosotros. El Egregor Júpiter o Jehová o Satán puede torturar a Prometheos o a Jesús, o Galilea; ¿sería por ello su maestro? Acaso no tiene la muerte para liberarse? El niño estúpido y cruel que tortura una mosca ¿es por ello el señor de la mosca? ¿Adquiere algún derecho  sobre ella por su espantoso abuso de poder? No. Pero da derecho a las moscas a que envenenen los hombres con sus picadas. La necedad del género humano autoriza la ferocidad, la malignidad y la importunidad de las bestias. La mosca es valiente cuando se venga del hombre, ¿pero qué pensarían ustedes del hombre que se vengase de la mosca? Puede luchar contra ella, ya que está reducido al temor; él tiene fuerzas, pero ella tiene alas. Lo mismo sucede con nosotros respecto a los Egregores; nos les escapamos para desafiarlos pues no podríamos pertenecerles. 


X


En la cadena de los seres, perece haber una laguna: el hombre, aro viviente de esta cadena, puede observar y tocar el aro que se encuentra inmediatamente debajo de él; es el mono, ya sea gorila, o chimpancé, pero él no ve ni toca el aro que debe estar inmediatamente por encima. Es por ello que los antiguos sabios han imaginado al hombre invisible, a quien han llamado ángel o demonio, pero no han pensado que lo invisible debe ser inmaterial, y que la inmaterial es infinito, puesta que el límite de la sustancia es la forma. Los poetas lo han sentido bien y les han dado cuerpo a sus dioses, diciendo que se esconden en las nubecillas como Jesucristo durante su ascensión; pero las nubecillas son movibles y transparentes; pueden esconder un instante sobre el monte Ida las debilidades conyugales de Júpiter, pero no podrían proporcionar cuerpos aunque fuesen aéreos, ni vestiduras impermeables. 


Si existiesen gigantes, los podríamos ver, ya que podemos ver los soles que son millares de veces mayores que nosotros; la pulga nos ve puesto que nos come, pero nosotros no podamos ver ni comer a nuestros dioses si no los hacemos más pequeños que nosotros, a menos que se diga que nosotros somos los que corroe la tierra. 


¿Dónde colocaremos a los espíritus de los Egregores? En los astros, claro está: deben de ser las almas de las estrellas a quizás de los universos. Las estrellas son las armadas celestes, y Sabaoth es el señor de las armadas. Se lo llama Lucifer al ángel sublevado, para Lucifer es una estrella; en el juicio final, las estrellas caerán del cielo. Dado esto, podemos hacemos una idea de la guerra de los Egregores. Los mundos en efecto y hasta los universos se atraen y se repelen mutuamente; algunas veces se destrozan los unos contra los otros y por sus pasiones magnéticas, se suscitan mutuamente calamidades. 


Está escrito en el Sohar que el anciano supremo creó en primer lugar a reyes que se destruyeron los unos a los otros porque no tenían la ciencia del equilibrio. El libro de Henoch dice que los gigantes de la tierra fueron los hijos de los Egregores caídos, y los Kabbalistas hacen de su Adarn‑Kadmon el más gigantesco y el más poderoso de los Egregores; él cayó, dicen ellos, porque, habiendo querido separar su cabeza de la corona suprema, separó en efecto su cabeza de su cuerpo, lo que trajo la muerte de uno y otro. La leyenda de los Egregores derribados ha dado los Titanes a la fábula y demonios a la mitología cristiana, Cuando Adam sucumbe a las sugestiones orgullosas del Egregor de la tierra, arrastra a la tierra en su caída y consume la condena del Egregor que la raza de Adam es única en poder rescatar levantando al mundo de su caída. Eva debe aplastar la cabeza de la serpiente; pero esa serpiente, humillada bajo los pies de la mujer, será glorificado sobre el Thau misterioso de Moisés, cuando su imagen de bronce curará al hombre de la mordedura de la serpiente. ¿Por qué han estado celosos los Egregores de la humanidad, y han querido, según Henoch, tomar el cuerpo para acoplarse con las mujeres? Es porque son cautivos como los astros y que ellos quieren ser libres al igual que el hombre, querían liberarse en él y por él; pero si las estrellas se volviesen libres, chocarían y se destrozarían en el cielo. Si los mismos hombres se volviesen libres, liberándose de toda ley, el mundo social moriría, y se podría suponer que los grandes revolucionarios han sido las encarnaciones de Egregores. 


XI


El hombre ignorante y débil que se deja llevar por la fatalidad se vuelve esclavo y luquete de los Egregores; pero el sabio está por encima de ellos porque Dios es luz en el sabio. Los Egregores tienen temor de Dios, el sabio amo a Dios, y por consiguiente no le teme. No sacrifica ni a los dioses ni siquiera a Dios, sacrifica con Dios y como Dios, porque el sacrificio es la esencia de la divinidad en el hombre. Todos los cultos diferentes al de¡ espíritu y de la verdad son ritos de magia severa y *vocaciones de fantasmas similares a la teurgia de Maxime de Ephesis y de Julio; Júpiter y Jehová son el mismo diablo y el mismo Egregor, que ha cambiado de abrigo y de barba. 


Es el príncipe del viejo mundo al que Jesús ha juzgado, pero al que los sacerdotes blasfemos han hallado la forma de asociarlo a Jesucristo. 


El viejo mundo, es el régimen absoluto de los reyes y de los sacerdotes; el mundo cristiano debe ser la libertad de todos bajo el reino de la justicia y de la verdad. 


El Cristo no es un Egregor: es el hijo de Dios porque es completa y absolutamente hijo del hombre; la humanidad lo ha engendrado bajo la fecundación única del espíritu de Dios; no es verdadero dios más que porque es verdadero hombre y por consiguiente independiente de los Egregores que lo pueden oprimir, pero no suprimirlo, comprometerlo pero no someterlo. El Cristo crucificado es el mismo mito que el Prometheo sobre el Caucasse: uno es perseguido por Júpiter, quien le teme, el otro reprocha amargamente a Jehová de haberle abandonado.


Es bien entendido que el Jehová del vulgo no tiene nada en común con el indecible esquema. Todo vez que el esquema, ya lo saben, es el nombre de Tiphereth y no el de Kether. El esquema es la fórmula reguladora del ideal humano; es divino en relación al hombre. 


XII


En la fábula de Edén, Moisés pone evidentemente de relieve el Egregor de la tierra, apareciendo tan pronto bajo la forma humana, tan pronto bajo la forma de una serpiente. Se pasea bajo el fresco atardecer; tiende una trampa a la inocencia de la creatura. Toda la escena de la fruta prohibida es inventada, y el Adonai de los judíos se muestra aquí malicioso y cauteloso como Afrite de Mahomet o un Darvaud de Zoroastro. No obstante, no repara en el hombre y se exclama con la fidelidad de la envidia: "He aquí Adán que se ha vuelto parecido o uno de nosotros; conoce el bien y el mal; impidámosle pues, que extienda la mano y que toque el árbol de la vida, pues viviría eternamente". Los comentadores se las han arreglado como han podido en este pasaje, diciendo que Dios bromeaba ¿Cómo les parece este bromeador (tomador de pelo) infinito? o mejor dicho, qué dicen ustedes de estos estúpidos teólogos, dignos perseguidores de los que pretenden que Dios se divierte enviándonos calamidades.


‑ Si tú muertes la ciencia morirás, había dicho el Egregor.


‑Acepto la muerte para vivir un instante, pues la ciencia es la vida.


He aquí Adán convertido en nuestro igual, exclama el Egregor consternado, y escondámoslo el fruto de la vida.


‑ ¡Demasiado tarde, demasiado tarde, atormentador de Prometheo! El fruto de la vida, es la libertad, y tarde o temprano la humanidad deberá recogerlo. Ustedes me preguntan para quién en mis libros, y sobre todo en la ciencia de los espíritus he sido tan reservado sobre la tradición dogmática de los Egregores. Es porque me parece muy peligrosa para la imaginación; es porque ella interpone fantasmas entro nosotros y la verdad; es porque multiplica sin necesidad a los seres que nosotros debemos temer; es que ella favorece las supersticiones de¡ espiritismo y crea el diabolismo. 


La aparto, pues, sistemáticamente de mi enseñanza esotérica, aun cuando la encuentro muy probable y la reservo para los iniciados.

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